Misioneros
de los Santos Apóstoles
América Latina
Biografía
de Felipe y Santiago Apóstol
03
Apóstol Felipe, nacido e Betsaida, primeramente fue discípulo de San Juan
Bautista y después siguió a Cristo.
Apóstol Santiago, pariente del Señor, hijo de Alfeo, rigió la Iglesia de
Jerusalén; escribió una carta canónica; llevó una vida de gran mortificación y
convirtió a la fe a muchos judíos. Recibió la palma del martirio al año 62.
La Liturgia Romana une a estos dos apóstoles en una sola festividad, desde que
sus reliquias fueron depositadas en la Iglesia de los Doce Apóstoles en Roma
(570)
Felipe de Betsaida, en Galilea, fue uno de los primeros discípulos llamados por
Cristo (Jn, 1, 43). Su nombre ocupa siempre el quinto lugar en las listas de los
apóstoles y es mencionada más de una vez en el Evangelio de San Juan.
Felipe era de la misma ciudad de Pedro y Andrés y tal vez fuera también pescador.
Al principio de su vida pública, Jesús, al encontrarse con él en Galilea, lo
llamó inmediatamente. ¡Sígueme! (Jn 1, 43) Este encuentro lo cautivó de tal
forma que al encontrarse con su amigo Natanael (llamado después Bartolomé) le
comunicó la noticia con cierta euforia: “Ese del que escribió Moisés en la Ley,
y también los profetas, lo hemos encontrado; Jesús, el hijo de José, el de
Nazaret.” Y lo invita: “Ven y verás” (Jn 1, 45-46).
La segunda referencia a Felipe aparece en el episodio de la multiplicación de
los panes. Jesús, al darse cuenta de la situación de hambre del pueblo que lo
seguía, se dirigió directamente a Felipe: “¿Dónde vamos a comprar panes para que
coman estos?” Felipe le contestó: “¿Doscientos denarios de pan no bastan para
que cada uno tome un poco” (Jn 6, 5-7)
En otra ocasión se aproximaron a ellos algunos griegos deseosos de ver más de
cerca de Jesús y se dirigieron directamente a Felipe, junto con Andrés, fueron a
comunicar el pedido a Jesús, que los recibió en forma benévola.
La última intervención de Felipe registrada por los Evangelios ocurrió durante
la Última Cena. Mientras los apóstoles escuchaban en silencio las palabras de
despedida del Maestro, Felipe se atrevió a pedir una aclaración:
“ Señor, muéstranos al Padre y nos basta” Le dijo Jesús. “ ¿ Tanto tiempo hace
que estoy con Ustedes y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto
al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre? ¿ No crees que yo estoy en el
Padre y el Padre está en mí? “ (Jn 14, 8-10)
Estos pocos elementos proporcionados por el Evangelio nos permiten esbozar el
perfil espiritual del apóstol Felipe, hombre sencillo y abierto, primario y
sincero, que gozó de una espontánea intimidad con Jesús.
Nada sabemos de él después de la Resurrección; la tradición cree que pudo haber
predicado el Evangelio en Asia Menor, donde habría muerto mártir.
Santiago el menor, hijo de Alfeo, es comúnmente identificado como el primo
hermano de Jesús (Mc 6, 3) Los Evangelios sólo hablan de él en la lista de los
apóstoles. Sin embargo, esta falta de informaciones está ampliamente compensada
por las valiosas referencias a la figura y a la acción de Santiago contenidas en
los Hechos de los Apóstoles y en la Carta de San Pablo a los Gálatas. Por ellas
sabemos que Santiago era, junto a Pedro, la principal figura de la Iglesia de
Jerusalén. San Pablo llega a citar su nombre en primer lugar diciendo: “
Santiago, Pedro y Juan, considerados columnas de la Iglesia “ (Gál. 2, 9).
En el Concilio de Jerusalén, donde se discutió el problema de la circuncisión y
la Ley mosaica y si éstas debiesen imponerse a no a los convertidos del
paganismo, Santiago dio su opinión y ésta fue aceptada por todos (Hech 15)
Fue oficialmente considerado obispo de Jerusalén, donde murió apedreado
alrededor del año 62.
A Santiago le debemos sus suaves prácticas y convincentes enseñanzas. He aquí
una advertencia siempre actual: “ Si alguno se cree religioso, pero no pone
freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana. La
religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y a las
viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo “ (St 1, 26-27)
Fuente: “El Santo del día”; Monseñor Servilio Conti, IMC
Esta Web fue actualizada el terça-feira 21 de julho de 2015
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